La invención de estos aparatos de comunicación portátiles y hoy tan populares data de poco más de medio siglo. Los primeros celulares disponibles para el público en general fueron vendidos en Estados Unidos en 1983, costaban casi 4 mil dólares y eran analógicos. Con el desarrollo de la tecnología, pronto llegaron los 2G, digitales, dividiendo el mercado internacional entre dos estándares, el GSM de los EE.UU. y el CDMA, europeo. Además de transmitir y recibir el habla de sus usuarios, los celulares se convirtieron en equipos multimedia, empezando por enviar textos, incluyendo calendario, agenda con direcciones, reloj, calculadora, y luego correo electrónico y una pantalla sensible al tacto. Era el comienzo de la era de los llamados smartphones.
Los teléfonos móviles tienen una gran importancia en la gestión actual del espectro, ya que responden a una demanda creciente de espacio para la transmisión de datos: se estima que casi medio millón de dispositivos móviles (497 millones) se añadieron en 2014, y los smartphones, conexión de 4G, generaron una tasa de tráfico diez veces mayor que los dispositivos sin esta conexión. Aunque los 4G representan sólo el 6% de las conexiones móviles de hoy, ya representan el 40% del total de tráfico de datos móviles.
La necesidad de más espectro disponible para el crecimiento de los servicios de celulares viene presionando la aceleración de la migración de la televisión analógica a digital en Brasil. En todo el mundo, se ha enfrentado esta presión, y en el caso nacional, se ha asignado la actual banda de las televisiones para atender al 4G, llevando al gobierno a tener que subsidiar la migración de la televisión, entregando a la población que difícilmente compraría los receptores digitales de televisión un equipo que es una verdadera plataforma multimedia de comunicación.
La presencia de los smartphones en la vida de las personas ha traído preocupaciones para los expertos en seguridad. Se argumenta que no son seguros, y que funcionan de manera a guardar información de los usuarios para generar los llamados Big Data, grandes bases de datos que permiten el análisis del comportamiento de las personas. Esto hace que los móviles más modernos en herramientas de vigilancia permanente, ya que poseen cámaras, grabadores de audio, y conectados a Internet, localizan permanentemente el movimiento de las personas. Un gran ejecutivo de seguridad habría afirmado: si quieren privacidad, arrojen sus smartphones.
Además de los grandes proveedores de servicios, vienen prosperando algunas iniciativas de redes locales de comunicación vía celulares, como el caso pionero en Oaxaca, mantenido por la organización Rhizomatica, y los experimentos en Pará, iniciados bajo la coordinación del prof. Aldebaro Klautau. Ambas parten de la consideración de que las empresas no han atendido plenamente los territorios donde disponen de espectro asignado para proveer servicios, dejando a la población sin conexión. Como alternativa a esta demanda, las comunidades se están organizando y buscando ellas mismas instalar y gestionar sus propios servicios de comunicación, con enormes ventajas en términos de costo de conexión y autonomía tecnológica. Pero, por el momento, los servicios locales todavía no transmiten datos, estando enfocados en permitir el intercambio de mensajes y conversaciones de sus usuarios, algo que debe evolucionar en el futuro próximo.